Guerra en Ucrania: Rusia intensifica sus ataques contra infraestructura energética y ataca Kiev
***Los ataques buscan dañar la infraestructura energética de cara al invierno***
Rusia ha vuelto a poner en marcha su estrategia invernal en Ucrania, cuyo objetivo principal es dañar la infraestructura energética del país. Los bombardeos selectivos contra centrales eléctricas y redes de distribución se han incrementado en las últimas semanas y persiguen cortar el suministro eléctrico y de calefacción a los ciudadanos ucranianos coincidiendo con la llegada de los meses más fríos del año.
Así lo ha advertido la Inteligencia militar británica, que en su último informe subraya que Rusia ha estado aprovisionándose de armamento y munición para relanzar su campaña de bombardeos invernales, una estrategia calcada a la que desplegó el pasado invierno para doblegar la resistencia ucraniana. «Es casi seguro que Rusia ha estado almacenando misiles de crucero para utilizarlos en la campaña de invierno. Es probablemente el comienzo de una campaña más concertada por parte de Rusia destinada a degradar la infraestructura energética de Ucrania», indica ese informe.
Los ataques rusos han alcanzado, incluso, a la capital ucraniana, Kiev, que no era objetivo de los misiles rusos desde finales del verano, tal y como señala la Inteligencia británica: «La Fuerza Aérea Rusa ha llevado a cabo una gran oleada de ataques contra Kiev y el centro de Ucrania utilizando su flota de bombarderos pesados por primera vez desde el 21 de septiembre». De hecho, esta misma madrugada Rusia ha lanzado ocho misiles balísticos contra Kiev, que fueron derribados en su totalidad por las defensas aéreas ucranianas, equipadas con misiles Patriot estadounidenses.
Pero la campaña invernal de este año persigue un doble objetivo porque también busca un golpe de efecto que relance la imagen del presidente ruso, Vladimir Putin, de cara a las elecciones presidenciales del próximo mes de marzo. Aunque nadie duda de la victoria de Putin, que podrá así perpetuarse en el poder hasta 2030 (tres décadas al frente del país), el actual inquilino del Kremlin precisa de un golpe de efecto después de varios meses en los que Ucrania ha llevado la iniciativa con una contraofensiva, ahora estancada.
«Es probable que las fuerzas rusas se hayan comprometido a realizar operaciones ofensivas en múltiples sectores del frente durante el periodo de condiciones climáticas más desafiantes del invierno, en un esfuerzo por retomar la iniciativa en la guerra antes de las elecciones presidenciales rusas de marzo de 2024″, sostiene el Institute for the Study of War (ISW), que añade que las fuerzas rusas «están bajo presión» para mantener esa iniciativa bélica de cara al inicio del próximo año.
Este think tank estadounidense especializado en conflictos armados destaca que, además de reactivar su campaña de bombardeos contra la infraestructura energética de Ucrania, Rusia también lleva desde noviembre intentando tomar la iniciativa en el frente: «Las fuerzas rusas han continuado sus operaciones ofensivas a lo largo de la frontera entre Járkov y Lugansk, a pesar de la nieve, las heladas y el barro en el este de Ucrania. También han llevado a cabo continuos ataques terrestres en el oeste de la región de Zaporiyia».
«Rusia ha apostado por una guerra de desgaste»
José María Peredo, catedrático de Política Internacional de la Universidad Europea, recalca que Rusia lleva tiempo apostando «por una guerra de desgaste» que empieza ahora a darle frutos: «La estrategia militar rusa se ha centrado en el último año en una guerra de desgaste, en fijar una serie de posiciones para rechazar la contraofensiva ucraniana, lo que ha terminado estabilizando del frente. Moscú pretendía que esa guerra de desgaste y de posiciones fuera debilitando poco a poco a Ucrania porque Rusia tiene más capacidad de producción de armamento, aunque haya tenido que recurrir también a proveedores extranjeros como Irán».
Al respecto, la OTAN admitió hace unas semanas que las reservas de munición que los países europeos destinan a Ucrania se están agotando, mientras la ayuda militar de EEUU continúa estancada en el Congreso. El Kremlin, en cambio, ha sacado partido de su infinita capacidad de resistencia frente a unos países occidentales hastiados de una guerra sin visos de terminar. «El apoyo político de Occidente a Ucrania se mantiene firme, pero ha habido un cierto enfriamiento en la ayuda militar, en el envío de armamento», recalca Peredo.
Que Moscú se siente fuerte lo demuestran también las declaraciones de la portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, Maria Zakharova, que este fin de semana incidió en sus objetivos maximalistas al pedir «la retirada de las tropas ucranianas» de los territorios anexionados por Rusia como condición indispensable para cualquier acuerdo de paz. «Kiev debe aceptar las nuevas realidades territoriales», dijo en AFP, en alusión a las provincias ucranianas de Jersón, Zaporiyia, Donetsk y Lugansk, incorporadas unilateralmente a la Federación Rusa en septiembre de 2022.
Por su parte, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, mantiene una intensa actividad diplomática para reactivar el apoyo internacional antes de que Rusia recupera la iniciativa en la guerra. En esa línea se enmarca su viaje a Estados Unidos para reunirse este martes con el presidente Joe Biden y miembros del Congreso norteamericano para intentar desbloquear una nueva partida de ayuda de 61.400 millones de dólares a Kiev.
Zelenski también aprovechó su visita a Argentina para la toma de posesión de Javier Milei para interpelar al primer ministro húngaro, Viktor Orban, el líder europeo más reticente a mantener el apoyo militar a Ucrania. Zelenski departió con Orban, cuatro días antes de que la UE decida en su cumbre de este jueves y viernes sobre la apertura de negociaciones para la adhesión de Ucrania al club de los Veintisiete.
(Con información de 20minutos)